
«Lo que me preocupa con más urgencia es el desciframiento de los neurodatos: la privacidad máxima de una persona es lo que piensa, pero ahora ya empieza a ser posible descifrarlo»
Rafael Yuste
Los avances tecnológicos en el campo de las neurotecnologías que están teniendo lugar en las últimas décadas significan que estamos en el camino hacia un mundo en el que será posible decodificar los procesos mentales de las personas y manipular directamente los mecanismos cerebrales que subyacen a sus intenciones, emociones y decisiones; donde los individuos podrían comunicarse con otros simplemente pensando; y donde los poderosos sistemas computacionales vinculados directamente al cerebro de las personas ayudan a sus interacciones con el mundo de tal manera que sus habilidades mentales y físicas mejoran enormemente.
Estos avances podrían revolucionar el tratamiento de muchas afecciones, desde lesiones cerebrales y parálisis hasta epilepsia y esquizofrenia, y mejorar la experiencia humana. Pero la tecnología también podría exacerbar las desigualdades sociales y ofrecer a las empresas, los piratas informáticos, los gobiernos o cualquier otra persona nuevas formas de explotar y manipular a las personas. Y podría alterar profundamente algunas características humanas fundamentales: la vida mental privada, la identidad individual y la comprensión de los individuos como entidades unidas a sus cuerpos.
El Grupo Morningside compuesto por neurocientíficos, neurotecnólogos, clínicos, especialistas en ética e ingenieros de inteligencia artificial (IA) se reunieron en la Universidad de Columbia, Nueva York, en mayo de 2017 para discutir la ética de las neurotecnologías y la inteligencia de las máquinas. En este grupo participaron representantes de Google y Kernel (una empresa emergente de neurotecnología en Los Ángeles, California); de proyectos internacionales del cerebro; y de instituciones académicas y de investigación de Estados Unidos, Canadá, Europa, Israel, China, Japón y Australia.
Cuatro prioridades éticas para las neurotecnologías y la IA

Según este grupo de expertos, las pautas éticas existentes en este campo de investigación son insuficientes (la Declaración de Helsinki, una declaración de principios éticos establecida por primera vez en 1964 para la investigación médica con sujetos humanos ; el Informe Belmont, una declaración de 1979 elaborada por la Comisión Nacional para la Protección de Sujetos Humanos de la Investigación Biomédica y del Comportamiento de los Estados Unidos ; y la declaración de principios cautelares de inteligencia artificial (IA) de Asilomar, publicada en 2017 y firmada por líderes empresariales e investigadores de IA, entre otros ). Por ello elaboraron un documento que se publicó en la revista Nature en noviembre de 2017 ( Four ethical priorities for neurotechnologies and AI) en el que señalaban las cuatro recomendaciones éticas que consideran prioritarias (Privacidad y consentimiento; Identidad personal; derecho al libre albedrío, libre acceso a las tecnologíasy el control de prejuicios, sesgos ). Diferentes naciones y personas de diferentes religiones, etnias y antecedentes socioeconómicos tendrán diferentes necesidades y perspectivas.Estos científicos hacen un llamamiento a los gobiernos para que creen sus propios órganos de deliberación para mediar en un debate abierto que involucre a representantes de todos los sectores de la sociedad y para determinar cómo traducir estas pautas en políticas, incluidas leyes y reglamentos específicos.
Rafael Yuste , neurociéntifico impulsor del proyecto BRAIN, y Sara Goering, profesora de Filosofía de la Universidad de Washington, son los autores principales del documento.

Al igual que existe una regulación en el campo de la genética, energía núclear o el uso de las armas biológicas o químicas , Rafael Yuste propugna dos cosas: el establecimiento de los «neuroderechos», que deberían ser incorporados a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y la aplicación del modelo hipocrático a la neurociencia.
«Nuestra actividad neuronal es la base que define la forma en que pensamos y quiénes somos (nuestra conciencia, nuestros recuerdos, nuestra personalidad, nuestra responsabilidad de acción, todo está en nuestra actividad cerebral), debemos tener cuidado al avanzar en el diseño de dispositivos que pueden alterar significativamente la forma en que pensamos sobre nosotros mismos y sobre el mundo». (Sara Goering. Entrevista del 28 de agosto de 2020)